Mostrando las entradas con la etiqueta muerte. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta muerte. Mostrar todas las entradas

viernes, 19 de febrero de 2016

Umberto Eco y su mira al deporte

Joslar Sport

Este viernes falleció uno de los grandes pensadores de nuestra época, el italiano Umberto Eco. Un crítico de la vida y por ende del deporte, principalmente del futbol y sus aficionados. Un hombre que dejó huella en las letras y hasta en la cancha. Conoce parte de lo que sobre el deporte pensaba, es realmente imperdible, discutible e interesante:


Extracto del libro “La estrategia de la ilusión”
La cháchara deportiva. El futbol

“Pero el atleta como monstruo nace cuando el deporte se eleva al cuadrado: es decir, cuando el deporte, de juego que era jugado en primera persona, se convierte en una especie de discurso sobre el juego, el juego como espectáculo para otros y, por tanto, el juego jugado por otros y visto por mí. El deporte al cuadrado es el espectáculo deportivo.”

Hay algo que ningún movimiento estudiantil, ninguna revuelta urbana, ninguna protesta global o lo que sea podrán hacer nunca, aunque lo consideraran esencial: invadir un campo deportivo en domingo.

La propuesta misma se revela irónica y absurda. Tratemos de hacerla y se nos reirán en la cara. Hagámosla seriamente y se nos tachará de provocadores. Una masa de estudiantes puede dedicarse a tirar cócteles Motolov contra los jeeps de cualquier policía: no habrá nunca más de una cuarentena de muertos, dadas las leyes, las exigencias de la unidad nacional, el prestigio del Estado.

Por el contrario, el ataque a un terreno deportivo provocaría sin duda una matanza indiscriminada, total, de los atacantes en manos de los probos ciudadanos estupefactos por la afrenta y que, sin otra cosa más importante que salvaguardar que ese supremo derecho conculcado, estarían dispuestos al linchamiento en masa.

Se puede ocupar una catedral y sólo habrá algún obispo que proteste, algunos católicos conmocionados, un grupo de disidentes favorables, la izquierda que será indulgente y los laicos históricos (en el fondo) felices. Se puede ocupar la sede central de un partido, y los demás partidos, más o menos solidarios, pensarán que se lo merece.

Pero si alguien ocupase un estadio, aparte de las reacciones inmediatas que esto provocaría, nadie sería solidario: la Iglesia, la Izquierda, la Derecha, el Estado, la Magistratura, los Chinos, la Liga por el Divorcio y los Anarcosindicalistas, todos pondrían al criminal en la picota. Hay, por tanto, una zona profunda de la sensibilidad colectiva que nadie, ya sea por convicción o por cálculo demagógico, consentiría en tocar.

Existe, pues, una estructura profunda de lo Social que, de disolverse su Argamasa Esencial, pondría en crisis todo principio asociativo posible, y por tanto la presencia del hombre en la Tierra, o por lo menos la forma en que ha estado presente en las últimas decenas de millares de años. El Deporte es el Hombre, el Deporte es la Sociedad.

Pero, si es cierto que está hoy en juego una revisión global de las relaciones humanas, esta revisión tiene que abordar el Deporte.  En esta raíz última se descubrirán las inconsistencias del Hombre en tanto que animal social: aquí emergerá lo que hay de no humano en la relación social. Aquí se hará evidente la naturaleza falseadora del Humanismo Clásico, fundado en la antropolalia griega, fundada a su vez no en la contemplación, en la noción de ciudad o en la primacía del hacer, sino en el Deporte, como derroche calculado, cobertura del problema, «cháchara» elevada al rango de tumor.

En suma —y más adelante nos explicaremos— el deporte es la aberración máxima del discurso «fático», y por tanto —al límite— es la negación de todo discurso, y por consiguiente es el principio de la deshumanización del hombre, o la invención «humanística» de una idea del hombre falseadora desde el principio.

La idea de «derroche» domina la actividad deportiva. En principio, todo gesto deportivo es un derroche de energía: si arrojo una piedra por el puro placer de arrojarla — no con un fin utilitario cualquiera— derrocho calorías que he acumulado a través de la ingestión de comida, realizada a través de un trabajo.


Ahora bien, este derroche —que quede muy claro— es profundamente sano. Es el derroche propio del juego. Y el hombre, como todo animal, tiene necesidad física y psíquica de jugar. Hay, por tanto, un derroche lúdico al que no podemos renunciar: ejercitarlo significa ser libre y liberarse de la tiranía del trabajo indispensable. Si junto a mí, que arrojo la piedra, se agrega otra persona para arrojarla aún más lejos, el juego toma la forma de la «competición»: ésta también es un derroche de energía física y de inteligencia, que provee las reglas del juego, pero este derroche lúdico se resuelve en un provecho. Las carreras mejoran las razas, las competiciones desarrollan y controlan la competitividad, dado que reconducen la agresividad original a sistema y la fuerza bruta a inteligencia.

Pero en estas definiciones anida ya la carcoma que mina el gesto en sus raíces: la competición disciplina y neutraliza las fuerzas de la praxis. Reduce el exceso de acción, pero de hecho es un mecanismo para neutralizar la acción. En ese núcleo de equívoca sanidad (de sanidad «sana», mientras no se traspase cierto límite: se puede morir por exceso de ese indispensable ejercicio liberador que es la risa, y Margutte revienta por causa de una salud exagerada) maduran las primeras degeneraciones de la competición: como la «cría» de seres humanos consagrados a la competición.

El atleta es ya en sí mismo un ser que ha hipertrofiado un órgano, que hace de su cuerpo sede y fuente exclusiva de un juego continuo; el atleta es un monstruo, es el Hombre que Ríe, es la geisha de pie comprimido y atrofiado, consagrada a la instrumentalización total.

Pero el atleta como monstruo nace cuando el deporte se eleva al cuadrado: es decir, cuando el deporte, de juego que era jugado en primera persona, se convierte en una especie de discurso sobre el juego, el juego como espectáculo para otros y, por tanto, el juego jugado por otros y visto por mí. El deporte al cuadrado es el espectáculo deportivo.

Si el deporte (practicado) es salud, como el comer, el deporte visto es el falseamiento de la salud. Cuando veo jugar a otros, no hago nada sano, y únicamente me deleito vagamente con la salud de los otros (que ya sería escuálido ejercicio de voyeurismo, como quien observa a otros mientras hacen el amor), porque en realidad saco el máximo placer de los accidentes que le ocurrirán a quien realiza ese ejercicio saludable, y, por consiguiente, de la enfermedad que mina esa salud en ejercicio (como quien observa no a dos seres humanos, sino a dos abejas que hacen el amor, en espera de asistir a la muerte del zángano).

Es cierto que quien observa la práctica del deporte en otros se excita y grita y se remueve, y por tanto realiza una gimnasia física y psíquica, y reduce su agresividad y disciplina su competitividad. Pero esta reducción no es compensada, como en la práctica del deporte, por un acrecentamiento de energía y por la adquisición de control y dominio de sí mismo, ya que los atletas rivalizan por juego, pero los voyeurs lo hacen en serio (tan cierto es como que luego se pegan, o mueren por infarto en las gradas).

El elemento disciplinante de la competitividad, que en el deporte practicado tiene los dos aspectos del acrecentamiento y de la pérdida de la propia humanidad, en el voyeurismo deportivo sólo tiene una, la negativa. El deporte se presenta entonces como ha sido a través de los siglos, como instrumentum regni. Es evidente; los circenses ponen freno a las energías incontrolables de la multitud.

Pero este deporte al cuadrado (objeto hoy de especulaciones y mercados, bolsas y transacciones, ventas y consumos coaccionados) genera un deporte al cubo, que es el discurso sobre el deporte en tanto que deporte visto.

En primera instancia, ese discurso es el de la prensa deportiva, pero genera a su vez el discurso sobre la prensa deportiva, y por consiguiente un deporte elevado a la potencia n. El discurso sobre la prensa deportiva es el discurso sobre un discurso acerca del deporte ajeno como discurso.

El deporte actual es esencialmente el discurso sobre la prensa deportiva. Tres diafragmas más allá está el deporte practicado, que, en caso límite, bien podría no existir. Si por una diabólica maquinación del gobierno mexicano y del senador Brundage, aliados con las cadenas televisivas de todo el mundo, las Olimpiadas no se realizaran, pero fueran relatadas día a día y hora a hora con imágenes ficticias, nada cambiaría en el sistema deportivo internacional, ni los comentaristas deportivos se sentirían defraudados.

Por consiguiente, el deporte como práctica ha dejado de existir, o sólo existe por razones económicas (porque es más fácil hacer correr a un atleta que rodar una película con actores que finjan correr): sólo existe la cháchara sobre la cháchara deportiva. La cháchara de la prensa deportiva representa un juego con todas sus reglas: para comprobarlo basta escuchar esas transmisiones radiofónicas del domingo por la mañana, donde se finge (elevando así el deporte a la potencia n") que algunos ciudadanos reunidos en una barbería charlan de deporte. O bien se puede ir a escuchar tales discursos donde tienen lugar.

Se podrá observar, como por otra parte ya todo el mundo sabe, que las valoraciones, consideraciones, argumentos, polémicas, denigraciones y triunfos siguen un ritual verbal muy complejo pero de reglas simples y exactas. En este ritual verbal, las energías intelectuales se ejercitan o se neutralizan; las físicas no están ya en juego, con lo que la competición se sitúa a un nivel puramente «político».

En efecto, la cháchara sobre la cháchara deportiva posee todas las apariencias del discurso político. En ella se dice qué hubieran debido hacer los gobernantes, qué es lo que han hecho, qué es lo que quisiéramos que hicieran, qué es lo que ha sucedido y qué es lo que sucederá: sólo que su objeto no es la Ciudad (y los pasillos del Palacio de Gobierno), sino el Estadio, con sus bastidores. Esta cháchara es pues, aparentemente, la parodia del discurso político, pero, puesto que en esta parodia se diluyen y se disciplinan todas las fuerzas de que disponía el ciudadano para el discurso político, tal cháchara constituye el Ersatz del discurso político. Y lo es hasta tal punto que ella misma se convierte en discurso político.

Después, no queda espacio para otra cosa. Y puesto que quien practica esa cháchara deportiva, si no hiciera por lo menos esto, advertiría que posee posibilidad de juicio, agresividad verbal y competitividad para emplear de otro modo, la cháchara deportiva lo convence de que el gasto de esas energías tiene un fin determinado. Una vez calmada la duda, el deporte cumple su función de falsa conciencia.

Y puesto que la cháchara sobre el deporte proporciona la ilusión de interesarse en el deporte, la noción de hacer deporte se confunde con la de hablar de deporte: quien parlotea sobre el deporte se cree deportivo, sin advertir que no practica deporte alguno.

Así no se da cuenta siquiera de que no podría practicarlo, porque el trabajo que hace, cuando no parlotea, lo debilita y le resta la energía física y el tiempo que serían necesarios para practicar un deporte.

Se trata de la misma cháchara cuya función definió Heidegger en 'Sein und Zeit':

«La cháchara es la posibilidad de comprenderlo todo sin que haya apropiación preliminar de la cosa. La cháchara, desde el principio, protege del peligro de errar en tal apropiación. La cháchara, que está al alcance de todos, no sólo libera de la tarea de una auténtica comprensión, sino que forja una comprensibilidad indiferente para la cual ya no existe nada incierto... La cháchara no presupone la volición de un engaño. No tiene el modo de ser del conocedor, puede hacer creer tanto una cosa como otra... La cháchara, por tanto, en virtud de su indiferencia respecto a la necesidad de remontarse al fundamento de lo que se dice, es siempre, desde la raíz, un encerrarse».

Ciertamente, Heidegger no pensaba en una negatividad total de la cháchara: la cháchara es el modo cotidiano en que somos hablados por el lenguaje preexistente en lugar de someterlo a fines de comprensión y descubrimiento.

Es una actitud normal. Para él, sin embargo, «lo que cuenta es que se hable». Se trata de aquella función del lenguaje que para Jakobson es la función «fática» o de contacto. Al teléfono (cuando respondemos «sí, no, bien, claro...») y por la calle (cuando preguntamos: «¿Cómo está?» a alguien cuya salud no nos interesa realmente, y el interpelado, que lo sabe, sigue el juego respondiendo «Bien, gracias») estamos conduciendo discursos fá-ticos indispensables para mantener una conexión constante entre los hablantes; pero los discursos fáticos son indispensables porque mantienen en ejercicio la posibilidad de comunicación, a los fines de otras comunicaciones más sustanciosas; si esta función se hipertrofia tenemos un contacto continuo sin mensaje alguno. Como cuando un aparato de radio permanece encendido fuera de sintonía, con un ruido de fondo y algunas descargas, que nos advierten que estamos en cierta comunicación con algo, pero no nos permiten saber nada.

La cháchara es así el discurso fático convertido en un fin en sí mismo: pero la cháchara deportiva es algo más, un discurso fático continuo que se presenta engañosamente como el discurso sobre la Ciudad y sus Fines.

La cháchara deportiva, nacida como elevación a la enésima potencia de ese derroche inicial (y razonado) que era el juego deportivo, es la magnificación del Derroche, y por tanto el punto máximo del Consumo. Sobre ella y en ella, el hombre de la sociedad de consumo se consume a sí mismo (y consume toda posibilidad de argumentar y juzgar el consumo coaccionado al que es invitado y sometido).

Sede de la ignorancia total, constituye tan en profundidad al ciudadano que, en casos límites (y hay muchos), rechaza discutir esa su cotidiana disponibilidad a la discusión vacía.
Por tanto, ningún requerimiento político podría hacer presa en una práctica que es la falsificación total de toda disponibilidad política. Por esta razón, ningún revolucionario tendría el coraje de revolucionar la disponibilidad a la cháchara deportiva; el ciudadano se apoderaría del discurso contestatario y transformaría los elementos en elementos de cháchara deportiva, o rechazaría en bloque, y con desconfianza desesperada, la intrusión de la razón en su razonable ejercicio de racionalísimas reglas verbales.

Por eso los estudiantes mexicanos murieron por nada. Por esto pareció razonable que un atleta italiano anunciase noblemente: «Si siguen matando, no saltaré». Pero no se estableció cuántos debieran haber matado para impedirle saltar. Si después no hubiera saltado, habría bastado a los demás hablar de lo que hubiera sucedido si hubiese saltado.


lunes, 2 de noviembre de 2015

¡URGENTE!

Muere por disparo capitán de los Correcaminos Victoria

José Luis Ayala / Joslar Sport


Esta noche de lunes diversos medios de comunicación de Tamaulipas informan que el actual capitán de los Correcaminos Victoria, Luis Gerardo Gómez Garza, equipo que el pasado sábado concluyó su participación en la Temporada 2015 de la liga mayor de ONEFA, fue herido por un disparo de arma de fuego, lo que posteriormente derivo en su fallecimiento.

Los reportes indican que tras recibir el impacto de la bala, que ingresó a su cuerpo por el tórax, el joven de 23 años de edad fue trasladado a una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social, sin embargo ahí los médicos no pudieron salvar su vida y a las 22:00 horas dejó de respirar.

Al momento del atentado Gerardo, estudiante de la Universidad La Salle, era acompañado por su novia, una joven de 20 años que estudia enfermería y que también resultó herida en la pierna, pero los reportes indican que su vida no corre peligro.

La agresión ocurrió en el bulevar Las Palmas, esquina con calle Naranjo, en el fraccionamiento Las Flores, justo atrás de las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad.

Algunos testigos del hecho señalaron que un individuo se acercó a los jóvenes, con pistola en mano, y comenzó a intentar despojarlos de sus pertenencias, a lo que el jugador de los Correcaminos se resistió y fue por ello que el delincuente accionó su arma.

Los mismos testigos indicaron que el agresor logró huir, pero las autoridades han dicho que ya cuentan con rastros para poder capturarlo.


Con los Correcaminos Victoria Gerardo portaba el jersey con el número 6 y era apodado ‘El Capi’ Ortiz, por su parecido con el cantante Gerardo Ortiz.

miércoles, 15 de abril de 2015

Prisión de por vida para Hernández

Joslar Sport / Agencias


Finalmente se dio sentencia. Aaron Hernández, ex estrella de los Patriots y considerado en su momento como uno de los mejores en su posición en la NFL, pasará el resto de su vida tras las rejas después de ser hallado culpable de asesinato premeditado.

Un jurado determinó este miércoles que Hernández, de 25 años, mató a tiros a Odin Lloyd el 17 de junio de 2013. El ex tight end recibió la sentencia obligatoria para este delito: cadena perpetua sin derecho a libertad condicional.

Hernández miró hacia su derecha y apretó los labios cuando escuchó el veredicto del jurado, que deliberó durante siete días.

La madre de Hernández, Terri, y su prometida, Shayanna Jenkins, estallaron en llanto cuando escucharon el fallo. Poco después, Hernández les dijo, "sean fuertes".

Lloyd, de 27 años, era un jardinero y jugador de futbol americano semiprofesional que salía con la hermana de Jenkins. Hernández también fue hallado culpable de posesión ilegal de armas de fuego y municiones.

Por motivos que nunca quedaron claros, Lloyd fue matado de seis balazos en una zona industrial cerca de la casa de Hernández, en North Attleborough.

La policía sospechó de Hernández casi de inmediato, porque en un bolsillo de Lloyd encontraron la llave de un vehículo alquilado por el jugador de la NFL. Horas después de su arresto, los Patriots despidieron al tight end, que tenía un contrato por 40 millones de dólares.

La fiscalía presentó amplia evidencia de que Hernández estaba con Lloyd al momento del homicidio, incluyendo un video de las cámaras de seguridad de la mansión del jugador, declaraciones de testigos e información del teléfono celular de Lloyd que registró su paradero.

El abogado de Hernández, James Sultan, admitió por primera vez durante su argumento final que Hernández presenció el asesinato de Lloyd, pero describió a su cliente como un espectador inocente y culpó a sus amigos, Ernest Wallace y Carlos Ortiz. Ambos serán enjuiciados después.

La fiscalía teorizó que Lloyd quizás fue asesinado porque sabía demasiado sobre la supuesta participación de Hernández en un tiroteo en Boston en 2012 que resultó en dos muertes. Sin embargo, los fiscales no pudieron decir eso al jurado porque la jueza determinó que era especulación.

Por lo tanto, los fiscales no dieron un motivo para el asesinato, más allá de decir que Hernández parecía estar enojado con Lloyd cuando compartieron en una discoteca dos días antes de la muerte.


Hernández todavía aguarda otro juicio por el tiroteo en el que murieron dos hombres.


domingo, 8 de febrero de 2015

Muere Mario Vázquez Raña, presidente vitalicio del Comité Olímpico Mexicano

Eira Ortega / Joslar Sport


Mario Vázquez Raña, presidente de la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA) y Miembro vitalicio del Comité Olímpico Mexicano, murió este domingo a los 82 años de edad, así lo confirmó el propio Comité Olímpico Mexicano (COM).

Vázquez Raña, también Director General de Organización Editorial Mexicana, falleció en su casa a causa de una insuficiencia respiratoria aguda a consecuencia del cáncer que lo aquejaba desde hace varios meses.

Tras el deceso, Carlos Padilla Becerra, presidente del Comité Olímpico Mexicano, lamentó vía Twitter el suceso del empresario mexicano: “Mario Vázquez Raña, líder moral y guía del olimpismo en nuestro país, falleció hoy, lamentamos profundamente su partida”, señaló el mensaje.

Asimismo, mediante un comunicado mencionó: “Es una pérdida irreparable porque México pierde a uno de los grandes dirigentes deportivos, no sólo de nuestro país, sino de América, porque estuvo siempre con la disposición de ayudar a las naciones  y buscar nuevos programas para desarrollar el deporte en el continente”

“Nuestra familia olímpica velará honrosamente su recuerdo, su legado y su gran ejemplo” concluyó Padilla Becerra.

Mario Vázquez Raña nació el 7 de junio de 1932 en la Ciudad de México, licenciado en Administración de Empresas por la Universidad Nacional Autónoma de México y del año 2000 al 2012 ocupó diversos cargos de gran relevancia dentro del Comité Olímpico Internacional. Fue presidente del Comité Olímpico Mexicano de 1974 al 2001.

En los últimos años de su vida, enfrentó serias diferencias con algunos sectores del deporte mexicano e internacional y se le consideró como un “jerarca incómodo del olimpismo mexicano”.



domingo, 4 de enero de 2015

Balean a gimnasta mexicano en Guadalajara

Joslar Sport


La madrugada del sábado un joven gimnasta tapatío fue ultimado a balazos en las cercanías de un lienzo charro, tras discutir con otros jóvenes que asistieron a un evento desarrollado en el lugar. Jaime Humberto Romero Morán, integrante del equipo nacional mexicano de gimnasia murió tras recibir diversos impactos de bala en la cabeza y el tórax.

El reporte policiaco informa que Raúl Trejo Santos, de 23 años, originario del Distrito Federal, y Romero Mora, de 22, fueron asesinados en la esquina de la calle Diagonal Manuel Cambre y calle Canarias de la colonia Villaseñor, alrededor de las 01:40 horas, cerca de la entrada al bar Azabache, a un costado del Lienzo Charro Zermeño de Guadalajara

De acuerdo a testigo, luego de la discusión los ahora homicidas sacaron las armas de fuego y con ellas dispararon en varias ocasiones al deportista y su acompañante, para luego escapar en un auto color blanco y una camioneta gris, sin que se pudieran identificar los números de las matrículas.

Al llegar los paramédicos y las autoridades ambos jóvenes habían fallecido, por lo que no se les pudo aplicar ningún esfuerzo de atención médica. El reporte policial indica que en el lugar fueron encontrados alrededor de los cadáveres cerca de 12 casquillos calibre 9 milímetros.


Romero Morán, quien es hijo del entrenador de gimnasia de la selección de Jalisco, destacó en 2014 por haber logrado, junto al equipo nacional mexicano, el sitio 23 del Campeonato Mundial de Gimnasia y más tarde lograr la clasificación al Mundial del 2015.


domingo, 27 de julio de 2014

DEPORTE MOTOR

Lamentable y fatal accidente en el motociclismo mexicano

José Luis Ayala / Joslar Sport


De acuerdo a reportes que llegan desde Pachuca, Hidalgo, el joven piloto mexicano del motociclismo de velocidad, Yahir Sánchez, perdió la vida este domingo, tras quedarse sin frenos en su vehículo y por sufrir un lamentable accidente que conmociona el mundo de este deporte en México.

El piloto de 17 años de edad, considerado como una de las más fuertes promesas mexicanas de poder sobresalir en el ámbito internacional, participaba en la cuarta fecha del campeonato MexBike.

Montado sobre la motocicleta con el número 64, los problemas se presentaron para Erick Yahir al final de la recta del Autódromo Moisés Solana, en el que la falta de frenos propició que el piloto perdiera el control del vehículo y éste comenzara a rodar de manera aparatosa, lo que generó una fuerte cantidad de golpes, que a la larga fueron los que pusieron fin a su vida.

Originario de Nezahualcóyotl, en el Estado de México, Yahir había arrancado esta competencia desde la posición de privilegio y a lo largo de su ya abundante trayectoria, había participado en diversas competencias internacionales, dentro y fuera de las pistas mexicanas.

Tras el conocimiento de la notica, Víctor Hugo Vieyra, presidente  dela Federación Mexicana de Motociclismo, mostró su contrariedad y pesar por el fallecimiento, para luego señalar que se estudiarán las causas del accidente y ver de qué manera se debe trabajar para evitar este tipo de percances.
Además agregó que como un homenaje a la trayectoria del piloto, se promoverá el retiro del número 64 dentro de las pistas mexicanas en el motociclismo de velocidad.




domingo, 20 de abril de 2014

UNA LEYENDA RACIAL DEL BOXEO

Se extinguieron los vientos de Rubin ‘Huracán’ Carter

La historia de este peleador se escribió con letras de éxito sobre los cuadriláteros, pero también con tinta de injusticia y racismo en los juzgados, aunque su materia prima principal fue la pasión de un boxeador.
José Luis Ayala / Joslar Sport

'Huracán' y la resistencia de un hombre.

Desde Toronto, Canadá, llegó a México la noticia de que el Huracán Carter había dejado de emitir sus vientos este domingo 20 abril. A los 76 años de edad, el púgil cuya historia de vida dio la vuelta al mundo, falleció a consecuencia de una larga batalla contra el cáncer de próstata.

Las actuales generaciones seguramente saben poco de él, pero el nombre y mote de Rubin Huracán Carter comenzó a ser escuchado en todo el planeta no solo por sus logros sobre el cuadrilátero, en una corta carrera pugilística de cinco años (1961-1966) dentro del peso medio, sino por haber sido protagonista de una de las más famosas, crudas y rudas injusticias de los sistemas penitenciarios y judiciales de Estados Unidos.

Injusticia que tomó notoriedad mundial tras el estreno en 1975 del tema ‘Hurricane’ del estandarte de la música norteamericana Bob Dylan, quien desde su trinchera emitió una de las más duras criticas que el gobierno estadunidense haya recibido en su historia.

“Here comes the story of the Hurricane (Aquí viene la historia del Huracán)” es una de las frases que marca la primera estrofa del tema musical de Dylan.

Más tarde el relato de un crimen adjudicado a un inocente, con tres cadáveres como aderezo, son el camino que llevan los trazos del tema musical, que años después, en 1999, sirvió de inspiración para que el director Norman Jewison llevara el caso al cine. En la película ‘Huracán’.
Denzel Washington en escena de la película.  

En esta ocasión Denzel Washington fue el actor que interpretó al peleador, en una cinta que tras su estreno fue merecedora al Globo de Oro y la candidatura al Oscar para Washington.
Pero cuál es la trama global de esta historia, por qué de tanto furor por la vida de un boxeador que se quedó a unos pasos de pelear por un campeonato mundial y que cuenta con todo un historial de conflictos con la ley.

En 1966 Rubin Huracán Carter se vio envuelto en el capítulo más trágico de su vida, se situó en el lugar y momentos equivocados, para que la furia racial de un policía y los falsos testimonios de una mujer y un hombre sin conciencia lo enviaran a la cárcel por 19 años.

Cuando fue detenido, era uno de los púgiles más prometedores del mundo del boxeo, con apenas 29 años de edad. Acusado en Nueva Jersey, su ciudad natal, de haber quitado la vida a tres hombres dentro de un bar, establecimiento al que este deportista de color negro jamás ingresó.

En dos ocasiones, 1967 y 9976, junto a su amigo John Artis, el juez lo condenó y declaró culpable del triple crimen ocurrido en el Lafayette Bar and Grill. Fue así que Crater ingresó a la penitenciaria, luego de un juicio que contó con un sinfín de irregularidades y sustento en los bajos criterios del odio racial.

Luego de las protestas surgidas, que siempre fueron acompañadas con la canción de Dylan, en 1985 el fiscal rechazó una petición para que Carter fuera juzgado nuevamente y ratificada una sentencia en su contra de cadena perpetua; por lo que fue dejado en libertad, aunque  marcado ya con el tatuaje de la injusticia legal.

La historia del Huracán, cuarto de siete hijos en la familia Carter, siempre fue de desventura ante la ley. A los 14 años se le acusó de asalto y robo a un hombre, por lo que fue enviado al reformatorio en Paterson, Nueva Jersey, de donde escapó en 1954 para luego unirse al ejército.

Durante toda su vida Rubin señaló que aquel ataque, realizado con una navaja, fue a consecuencia de la agresión pedófila que este sujeto realizaba contra uno de sus jóvenes amigos.

Ya en el ejército, fue enviado a Alemania Occidental, pero en 1956, luego de tres años nueve meses, se le dio de baja, por lo que retornó a su casa en Nueva Jersey. Donde fue recapturado para cumplir la condena pendiente en el reformatorio. Permaneció nueve meses en reclusión.

Al salir, influenciado por la vida afrontad al interior del reformatorio, cometió varios asaltos menores hasta que un día se le detuvo por robar a una mujer, lo que lo recluyó nuevamente hasta 1961, año en que comienza su pasión y actividad en el boxeo.

Por el triple homicidio fue declarado culpable junto a su amigo John Artis, quien este domingo se encargó de señalar que “Carter murió mientras dormía”.


El calvario del Huracán y las presuntas motivaciones raciales detrás de este caso también fueron plasmadas en diversos libros y reportajes de la prensa escrita, la radio y la televisión. El libro más conocido sobre este caso es Rubin Carter: The 16th Round, escrito por Sam Chaiton & Terry Swinton.

Desde 1993 y hasta el 2005, Carter fue director ejecutivo de la AIDWYC (Association in Defence of the Wrongly Convicted), organismo que apoyaba la defensa de casos legales similares al sufrido por él.


“Donde la justicia es un juego / Ahora todos los criminales con sus trajes y corbatas / Están libres para beber martinis y mirar el amanecer / Mientras Rubin se sienta como Buda en una celda de diez pies / Un hombre inocente en un infierno viviente / Esa es la historia de El Huracán / Pero no terminará hasta que limpien su nombre / Y le devuelvan el tiempo que ha cumplido / Lo pusieron en la celda de una prisión, pero una vez pudo haber sido / El campeón del mundo”, es la estrofa final del tema de Dylan, historia que este domingo selló su final.

ÉSTA ES LA CANSIÓN ORIGINAL DE BOB DYLAN