Pumas
CU buscó el “agandalle” en la tribuna
José
Luis Ayala / Joslar Sport
A pesar de haber sido la propia UNAM la promotora y la
instancia que determinó que el duelo entre los Pumas CU y las Águilas Blancas,
correspondiente a la Jornada 10 de la liga mayor de ONEFA, se jugara “a puerta
cerrada”, es decir sin público en las gradas, fueron los integrantes del propio
equipo universitario quienes violaron la determinación.
“A nosotros el coach Raúl Rivera (presidente de ONFA que
aún se actua como si fuera el entrenador de los Pumas CU) nos dijo que podemos estar
en el juego”, señaló la madre de uno de los jugadores de la escuadra de la UNAM
mientras se encontraba en el acceso al estadio. “Mi hijo no es de quinto año,
pero es puma de toda la vida y por eso el coach (Rivera) nos dejó que estuviéramos
en el juego, afirmó otra de las mujeres que sí presencio el IPN vs UNAM desde
la grada del Palomar.
Una vez que los Pumas CU ingresaron al estadio por la
Puerta de Maratón, un grupo de poco más de 200 personas también entró al
inmueble para colocarse en la grada de local y desde ahí seguir las acciones
del juego. Al ver esto los directivos del IPN presentes determinaron que las
Águilas Blancas no saldrían a jugar hasta que los aficionados universitarios
desalojaran el escenario.
La molestia politécnica fue evidente y apoyada por
jugadores y staff de coacheo, quienes en todo momento exigieron que se
respetara el “a puerta cerrada”. Para ello se plantaron a la salida del
vestidor de visitantes en espera del desalojo.
Pasaban los minutos y lejos de solucionarse el conflicto se
incrementaba, ya que algunos de los jugadores de la UNAM comenzaron a asegurar
que si sacaban a sus familiares del estadio serían ellos quienes no jugarían.
Los representantes de la UNAM presentes señalaron que los
aficionados presentes en la tribuna universitaria eran los padres de los
jugadores de quinto año que culminan su elegibilidad y por ello se había
determinado permitirles el acceso, ya que “además al final del juego se planeó
que estén con ellos en la ceremonia de despedida”.
“Es un agandalle, nosotros también tenemos jugadores de
quinto año y no los dejaron entrar ni nos avisaron que abría público, ellos
determinaron el a puerta cerrada y ahora no lo respetan”, manifestaron los
coaches del IPN.
El conflicto finalizó una vez que se permitió el acceso a
un reducido número de aficionados a la grada de las Águilas Blancas, un grupo
no mayor de 50 personas, que se dijo también incluía a parte de los padres de
los jugadores de quinto año. Sin embargo esta situación propició un retraso de
27 minutos en el inicio del partido.
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